Iván Ruiz*
“Esto ocurre con particular facilidad en el caso de un amor desdichado, inalcanzable; en efecto, toda satisfacción sexual rebaja la sobrestimación sexual. Contemporáneamente a esta «entrega» del yo al objeto, que ya no se distingue más de la entrega sublimada a una idea abstracta, fallan por entero las funciones que recaen sobre el ideal del yo. Calla la crítica, que es ejercida por esta instancia; todo lo que el objeto hace y pide es justo e intachable. La conciencia moral no se aplica a nada de lo que acontece en favor del objeto; en la ceguera del amor, uno se convierte en criminal sin remordimientos. La situación puede resumirse cabalmente en una fórmula: El objeto se ha puesto en el lugar del ideal del yo.”
He elegido este fragmento como representante de todo el capítulo dedicado al Enamoramiento y la hipnosis, por dos motivos. Por un lado, porque me parecen fascinantes los cambios en la conducta, percepción, pensamiento… que se producen en el ser humano enamorado. Y dos, porque, a mi modo de ver, este fragmento encierra una de las fórmulas principales que da luz a la totalidad del texto: el objeto puede ponerse en el lugar del ideal del yo con todas las consecuencias que esto tiene. Es por ello que lo he aprovechado para investigar acerca del concepto de ideal del yo y diferenciarlo del de superyó.
En el texto Psicología de las masas y análisis del yo Freud sitúa en primer plano la función del ideal del yo, a la vez que expone de manera bastante extensa el concepto de identificación. Mediante el ideal del yo explica la fascinación amorosa, la dependencia frente al hipnotizador y la sumisión al líder. Podríamos definir el ideal del yo como el resultado de la suma de narcisismo (idealización del yo) más las identificaciones con padres, sustitutos e ideales colectivos. Dicha suma constituye una parte de la personalidad del sujeto que es el ideal del yo, modelo al que el sujeto trata de adecuarse. Aunque en escritos anteriores, Freud utiliza los términos ideal del yo y superyó como sinónimos, posteriormente pasará a diferenciarlos definiendo el ideal del yo como una parte del superyó. De tal manera que el superyó cumpliría tres funciones principales: 1) autoobservación 2) conciencia moral 3) función de ideal. Pero esta diferenciación ocurrirá más adelante en 1932 Nuevas lecciones de Introducción al psicoanálisis, es por ello que en el fragmento que he elegido, todavía da a entender que la crítica y la conciencia moral son funciones del ideal del yo, cuando parecería más correcto atribuirlas al superyó.
Según Freud, el narcisismo primario perdido en la infancia del ser humano se proyecta ante sí como su ideal. En aquel entonces él mismo era su propio ideal. Este estado narcisista es abandonado por la crítica que los padres ejercen acerca del niño. La crítica interiorizada en forma de instancia psíquica constituirá el superyó (instancia de censura y de autoobservación). El superyó observa incesante al yo actual y lo compara con el ideal. Ante la tensión generada entre el yo y el superyó pueden surgir dos tipos de sentimientos. Sentimiento de culpabilidad si la tensión yo-superyó afecta a la conciencia moral. O bien, sentimiento de inferioridad si la tensión afecta a la función de ideal.
Será más adelante cuando Jacques Lacan introduzca un tercer concepto (yo ideal) que redefina lo anteriormente expuesto.
*Trabajo presentado en el Seminario de Fundamentos del Curso 2008-2009