Iñigo Martínez*
El falo y el meteoro: el falo subversivo
Antes de adentrarse en el Seminario 4, no está de más recordar el final del Seminario 3 para encontrar el nexo de la investigación que guía el paso de un seminario a otro. Recordemos concretamente el último capítulo del Seminario 3, titulado El falo y el meteoro, donde Lacan anticipa alguna de las cuestiones a trabajar en este seminario 4. Sobre todo “el olvido de la estructura significante, de la palabra y el lenguaje en la experiencia, que ha llevado a los analistas a una perspectiva imaginaria de la cura, según la cual en el análisis se trata de la frustración” (pág 459). El paciente se frustra, está agresivo, regresiona… y así salen a la luz los fantasmas primordiales. Está no es la teoría correcta, afirma Lacan, además de recordar que los objetos que se ponen sobre la mesa en esa teoría son objetos pregenitales, olvidando que el objeto fálico tienen un valor central en la obra de Freud, objeto del par significante ausencia-presencia. “Las confusas relaciones de objeto, la supuesta madurez o inmadurez de la relación con él, obliteran la diferencia entre psicosis y neurosis”. (pag 443)
El Seminario 3 pone de manifiesto que el delirio está articulado con la palabra, y que no se trata de un fallo perceptivo del objeto en la realidad. Se trata entonces “del orden simbólico, de la función del Padre para que el triángulo falo-madre-hijo haga que el falo sea otra cosa que un meteoro”. Meteoro del Seminario 3 que aparece en el Seminario 4 cómo falo subversivo en palabras de Miller en su artículo El inconsciente intérprete (1995), donde plantea que el falo en este seminario no está regularizado por la metáfora paterna y perturba hasta que él Nombre del Padre pueda capturarlo y hacer una metáfora de él (pág 420).
Lo que encontramos en lo imaginario en forma de madre fálica, no es homogéneo con el complejo de castración, que supone un elemento significante, un elemento que pertenece al orden simbólico e introduce una ordenación en el linaje, en la serie de generaciones, en la filiación. En la psicosis no se trata del encuentro con el significante dentro de la estructura, sino del encuentro con el significante en cuanto tal. Como la técnica psicoanalítica reciente está obnubilada con la relación de objeto, “hace de la filiación un felatio: fantasmiza el órgano sexual del analista al abordarlo imaginariamente” (pág 456).
Pero en el análisis se trata de la prevalencia de la castración, como indica el subtítulo del capítulo El falo y el meteoro, frente a la dialéctica de la frustración, título de un capítulo del Seminario 4.
Entonces concluye el seminario pasado apuntando todas las confusiones en torno a la relación de objeto, que surgen por el hecho de olvidar la dimensión de la castración, del complejo paterno y del falo en la perspectiva freudiana.
El seminario del falo: Un apunte sobre el título
El título hace referencia al psicoanalista francés Bouvet y a su artículo La relación de objeto incluida en el libro El psicoanalisis de hoy de 1955. Se plantea allí una suerte de caracterología a partir de la relación de objeto: carácter oral, carácter anal…. Bajo la idea del desarrollo, todo se centró en la culminación del proceso de las experiencias parciales de objeto, en un objeto ideal, perfecto, adecuado…como si él sólo alcanzará el objetivo de la “normalización” del sujeto. Se trata del objeto genital, que instaura en el análisis una tipología de la maduración instintiva, haciendo una distinción entre yoes pregenitales y yoes genitales. Unos son débiles, viven en fragilidad con su objeto (el objeto es su yo auxiliar); mientras otros son fuertes, no dependientes de una relación objetal, dada su sólida personalidad. Pero, ¿qué significa el desenlace de una infancia y una madurez “normales”? Esto supone poner en un primer plano las relaciones del sujeto con su entorno y la adaptación del individuo al mismo. Además, da una forma abstracta, mítica, de un objeto genital mágico que tendría la propiedad de regular las relaciones con el resto de objetos.
Después de su dura crítica a esta concepción en la que “cada vez más analistas hacen de la relación de objeto algo primario en la teoría analítica” (y recordando las implicaciones que una teoría tiene en la dirección de la cura) afirma en la página 32, en el segundo capítulo que es una concepción de objeto que ha decidido no mencionar de ahora en adelante. En realidad, Lacan va a tratar del objeto fóbico y del objeto fetiche.
Y es que, como dice J.-A. Miller en El inconsciente intérprete el título de este seminario no es ni freudiano, ni lacaniano. El seminario 4 trata fundamentalmente del falo: Más bien debería titularse El seminario del falo, ya que se trata de dar cuenta de la líbido freudina con ese significante. En los capítulos 2 y 3 se tratará de hacer del falo el significante del deseo. El título es un velo del falo. ¿Y el objeto? Estos primeros cinco capítulos llevan como título teoría de la falta de objeto. Se trata de situar las referencias freudianas al objeto, para orientar dicha falta.
La teoría de la falta de objeto en Freud: perdido, alucinado, recíproco
La relación de objeto es una noción que no está propiamente en los textos de Freud: sí habla de elección de objeto, pero no de relación de objeto. Se plantea entonces como una desviación de la teoría.
Pero, ¿Qué aportó Freud al tema del objeto? Pues que la idea de un objeto armónico que por su naturaleza consuma la relación sujeto-objeto lo contradice, no ya la experiencia analítica, sino la experiencia común hombre-mujer. Hay algo que no va y eso es lo que provoca el análisis.
En Freud se habla, por supuesto, de objeto: se presenta bajo tres modalidades: PERDIDO (que deja una huella simbólica), ALUCINADO (bajo un fondo de angustia real), o RECÍPROCO (en una equivalente dualidad imaginaria).
- La última parte de los Tres ensayos para una teoría sexual, lleva por título el reencuentro del objeto. Se trata del objeto perdido al cual se adhirieron las primeras satisfacciones del niño. Hay una nostalgia, un esfuerzo de búsqueda y una repetición imposible, porque el reencontrado, nunca puede ser el mismo objeto que se perdió, lo que se busca no se busca al mismo título de lo que se encontrará. No se trata del objeto “adecuado” o “esperado”. El objeto fundamentalmente perdido supone una relación conflictiva del sujeto con su mundo.
- El objeto es alucinado sobre un fondo de realidad angustiante. No se trata de un objeto de la realidad común, sino un objeto que sobresale de un fondo de angustia.
- También aparece en Freud la identificación con el objeto, la reciprocidad imaginaria. Se sostiene en las más adelante denominadas relaciones pregenitales: pasivo-activo; ver-ser-visto; atacar-ser atacado…Supone una reciprocidad y ambivalencia entre el sujeto y el parteneir que Lacan introdujo con el estadio del espejo. No se trata del desarrollo del niño sino que ilustra el carácter conflictivo de la relación dual. Y es a ese punto que se consagra la técnica analítica moderna bajo el imperialismo de la identificación al analista, modelo mejor adaptado a la realidad.
En las pulsiones y sus destinos Freud cita que el objeto de la pulsión es lo más variable, nada está pegado a él desde el origen. Ya está articulada ahí la no armonía preestablecida entre el objeto y la tendencia: el objeto siempre es inadecuado.
Permutación de la falta de objeto en lacan
Entonces la clave es la noción de falta de objeto. La búsqueda tiene en sí misma un carácter crítico y se trata de ubicar esa falta de objeto en los distintos registros.
El objeto en este seminario es presentado bajo diversas formas en relación con la falta. El término falta equivale a un sitio, distinto del elemento que lo ocupa (objeto) y del agente del proceso que está en juego cada vez. Se trata de una mecánica permutativa de 9 casos donde se distribuyen los términos (así lo elabora Miller en su curso Donc). Es de una importancia crucial distinguirlos en la clínica.
- El objeto de la frustración es real, es por lo que padece el niño. Así la frustración refiere un daño imaginario, es del dominio de la reivindicación de algo que se desea y no se tiene. Es del dominio de las exigencias desenfrenadas de la ley. El agente primordial es la Madre Simbólica.
- La castración, fue introducida por Freud, y está coordinada con la prohibición del incesto y la estructura del Edipo. Algo que sanciona la ley y le da su soporte. El objeto no es real, no habría que cortar los genitales de aquel que se acueste con su madre. Se trata de un objeto imaginario y de una deuda simbólica en torno a la ley.
- El objeto de la privación es simbólico: ¿Cómo podría algo no estar en su lugar? Si un objeto falta en lo real (lo real es lo está siempre en su lugar en este momento de su enseñanza) es porque por una ley definimos que debería estar ahí. Lacan da el ejemplo del libro en la biblioteca y el bibliotecario que acude a buscarlo a su hueco. La falta está en lo real, no en el sujeto, pero se ha de concebir ese real como simbolizado.
Dos cosas respecto a este recuadro. Se pregunta J.A Miller: ¿Por qué no lo retomo Lacan a lo largo de su enseñanza? Sí y no. Por un lado está el forzamiento del término Agente, término que resulta algo oscuro. Pero, por otro lado, es el mismo método que encontramos en el reverso del psicoanálisis, Seminario 17, donde construye los 4 discursos en presentación permutativa. Pero, lo fundamental del recuadro, es que supone el esbozo de otro ternario fundamental expuesto en sus Escritos. De privación-frustración-castración nacen necesidad-demanda-deseo.
La dialéctica de la frustración: Dos tipos de demanda
Entre el yo y los objetos está en funcionamiento la máquina significante, la central, que perturba esa armonía. El significante introduce una discordancia, palabra clave en estos capítulos: los objetos no son naturales, sino significantes. La apetencia, la líbido del sujeto, está siempre marcada por la impresión del significante. La experiencia analítica es la noción de que hay significante ya instalado, central de lenguaje en funcionamiento desde hace tanto tiempo como ustedes pueden recordar.
Los fantasmas pregenitales, sus imágenes, provienen de una experiencia que se ha producido en el contacto con el significante y el significado. Oral, anal…son objetos sometidos a operaciones significantes y la presencia-ausencia de la madre está articulada por el sujeto en el registro de la llamada.
Es en la dialéctica de la frustración que ya Lacan distingue dos tipos de demandas: la de un objeto de necesidad (digamos real, hambre, sed)…de la de una demanda, no de un objeto, sino de un signo del Otro. Es lo que más adelante llamará demanda de amor, y en el capítulo 2 esboza esa distinción (Pág.70) Tenemos por un lado la necesidad y por otro una potencia favorable, para dar cualquier objeto, aunque no lo necesite. El amor es una nadería de objeto, es un signo de que me faltas.
Entonces,volvemos a lo apuntado al principio: los analistas de hoy reorganizan la experiencia en el nivel de la frustración y descuidan la noción de castración, que fue el descubrimiento original de Freud junto con el Edipo. Hacen del análisis una relación dual con dos actores, dos personajes de guiñol imaginario madre-niño, que tiene consecuencias perversas. Hay que revisar, por lo tanto, la noción de frustración que se encumbre en el centro de la relación analítica. ¿Cómo? Introduciendo un objeto que no está sólo en el eje imaginario sino que también está en el eje simbólico: el objeto fálico. Lo demás son los callejones sin salida que se producen en la tentativa de reducir el falicismo imaginario a un dato real.
La triada madre niño falo
El preludio de la puesta en juego de la relación simbólica es la tríada imaginaria madre-niño-falo, que solo se produce con la cuarta función, el Padre, introducida por la dimensión del Edipo. El triángulo es preedipico y el cuarteto queda instituido por la función paterna. En el mundo de los objetos, ya Freud apunta que hay uno con una función decisiva: el falo. Entre las faltas de objeto esenciales de la mujer está incluido el falo y este está vinculado a su relación con el niño. La mujer encuentra en el niño algo que calma su necesidad de falo (pag 72).
Pero, ¿qué ocurre si la imagen del falo para la madre no se reduce por completo a la imagen del niño? Lejos de ser armónica la relación de la madre con el niño es doble. Operaría aquí la división entre madre y mujer.
Pero el niño, capta en él la imagen fálica que produce, y con ella la noción misma de que la madre es deseante. El niño real es falo imaginario de la madre y símbolo de su falta de objeto. La perversión aparece cuando esa relación triádica no es transmutada por lo simbólico, que supondría que el niño podría percibir que la madre tiene un deseo por fuera de él.
Esto orienta el planteamiento de Lacan a lo largo de los capítulos entre el objeto fetiche y el objeto de la fobia.
Objeto fetiche y objeto fobia
Entonces, volviendo a la clínica de la relación de objeto, y no al objeto ideal-armónico, Lacan estudia casos concretos, en los que aparecen fundamentalmente el objeto fóbico y el objeto fetiche.
En la concepción freudiana de la fobia, el objeto se presenta sobre un fondo de angustia, está constituido para mantenerla a distancia. Entiende las construcciones fóbicas como la construcción misma del objeto paterno contra la angustia de castración.
Lacan continúa: el fetiche, en la perspectiva de la relación de objeto, cumple en la teoría analítica la misma función de protección contra la angustia de castración, pero vinculada con la percepción de la ausencia del órgano fálico y con la negación de esta ausencia.
Entonces, la cuestión es, ¿cuál es la diferencia entre una fobia y un fetiche? Se trata de retornar a la experiencia y distinguir planos en la dimensión del objeto.
El objeto fóbico tiene valor de metáfora: un significante en lugar de otro, en el lugar del Nombre del Padre, articulado con la castración.
El objeto fetiche es metonímico: es la conexión de un significante con otro, un objeto que significa el falo. Puede ser el pene faltante de la madre (privación), o el ser el falo faltante a la madre, por el cual siente nostalgia (frustración).
Entonces el objeto de la fobia se sitúa en el lugar de la castración y el fetiche en el lugar o de la privación o de la frustración, produciendo diferentes clínicas.
La clínica del fetiche trata de la relación madre-niño-falo cuando esa relación no está tramitada por lo simbólico. Ante la madre que carece y lo que simboliza dicha carencia tiene 2 soluciones: identificarse con ella, o identificarse con lo que ella no tiene, con el falo -no en posición de tener- sino de ser.
Para concluir, añadir que el concepto central en este seminario no es el goce sino el amor, el amor es demanda de significante, en lugar de realidad de objeto, demanda del significante de la falta. Los términos centrales del seminario serían falo-madre-mujer.
* Trabajo presentado en el “Laboratorio clínico” de la Antena clínica de Bilbao, el 2 de diciembre 2019