Angelines Monreal
Reseña del texto de orientación, Hacia la 7ª Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño, “Padres exasperados – Niños terribles”, de Daniel Roy
Padres exasperados – Hijos terribles
El título, en sintonía con los tiempos, hace resonar una realidad muy cotidiana. El hilo que va a seguir en este texto es la pregunta que Lacan se hace en 1976: ¿Está fundada la relación del niño con los padres?
El principio organizador de la familia, dice, son las crisis, es la ira, el niño que no escucha, los padres que no pueden y se agotan. Estos significantes se han convertido en lo que funda la relación del niño a los padres. Toman los cuerpos y concentran la atención y la libido. Es la crisis la que se encuentra en el fundamento de la familia. Es el nuevo principio de la familia actual en la que el niño terrible aparece como un condensador de goce.
Familias / Transmisiones
La familia del siglo XXI no es la familia patriarcal ni la conyugal del siglo pasado. En Los complejos familiares, en 1938, para Lacan la familia es el producto de una profunda reorganización, una contracción de la institución familiar.
Pero 1969, en Nota sobre el niño, Lacan destaca una transmisión de la familia completamente diferente. Destaca que la transmisión es de constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no es anónimo. Solo existe ligada a un deseo encarnado por una falta o por una nominación.
En uno de los círculos de Euler, escribe padre y madre, en el otro, niño. Y en la intersección el significante deseo, con los nombres de falta y nominación. Es en este espacio de separación, dice, donde se aloja el síntoma del niño.
En nuestra civilización los objetos de la tecnología, objetos plus de goce, hacen ley desplazando al ideal. El goce está primero. Miller en El Malentendido, 1980, señala dos hablantes que no hablan el mismo idioma. Dos que se conjuran para la reproducción de un malentendido, y que dando vida transmiten este malentendido. El malentendido es de estructura y en él se aloja el goce.
Tenemos en uno de los círculos dos hablantes, en el otro el niño, y en la intersección el goce con su malentendido y su balbuceo. Lo real del goce se imprime en el tejido de discurso, y el síntoma aparece como un real entre padres e hijos que los une y los separa hasta el punto de no hablamos de eso, presente en cada familia.
Familias – Disfuncionamientos
Familia ya no es un significante dado de antemano en tanto inscrito en lo simbólico por filiación o por alianza. Es esta inscripción la que pertenece a cada uno de los partetrês en la medida que hace o no existir la función significante de la familia, donde se impone su goce.
La orientación cognitiva y conductual rastrea los disfuncionamientos de la familia posmoderna y se encuentra con la brecha que existe entre el niño perfecto y el niño terrible, el niño prometido por el ideal y el niño-objeto ser de goce. Las ayudas para padres se multiplican. Libros de auto ayuda, etc. La vulgata en curso es: poner palabras al sufrimiento, dar sentido, manejar las emociones…
Para el psicoanálisis se trata de que el niño descifre las coordenadas del lugar que ocupa para sus padres como causa de su deseo y como desecho de sus goces. Este desciframiento el niño lo hace con los significantes que recoge y que arrastran un valor de goce pulsional. El juego del niño anuda al objeto indecible, trozos de cuerpo, hebras de goce y fragmentos de discurso. Este objeto es la solapa que abre o cierra, el espacio para una separación. Si hay cesión del objeto hay separación, sino, no hay separación.
Cuando este objeto no tiene lugar subjetivamente como causa de deseo y objeto de goce, se encarna el niño terrible. Por lo tanto, el disfuncionamiento no se relaciona con una mala disposición entre los padres y los hijos, ni por el mal funcionamiento de una función psíquica o cognitiva. El disfuncionamiento consiste en no querer saber que la familia es ya un modo de tratamiento del goce. Que no responde a ningún ideal, sino que es más bien del orden de una religión privada, de la que tenemos que aprender la lengua que allí se habla, su gramática y su vocabulario. Dar cuenta del valor de goce de las palabras, de los actos y de los objetos que circulan. Y devolver a cada uno la parte que le pertenece.
Familias – Meteduras de pata
La familia no es parte de una lógica de lo universal. Partimos del postulado de que no existe una persona hablante que no sea de una familia. Lo que abre la perspectiva de que, para cada niño, criado o abandonado, hay posibilidades de bricolajes, respondiendo a una lógica del no todo.
Miller, en Piezas sueltas, 2005, argumenta que el amo aligerado actual pretende reducir el sujeto de su particularidad a un universal. Con Lacan, el psicoanálisis es el único que tiene en cuenta el lugar del objeto a como causa de deseo, como plus de goce, pero también como una consistencia lógica, un producto de lo simbólico. Lo que nos permite adoptar un punto de vista pragmático y bricolador, que consiste en buscar con los sujetos los S1 que ayudan a hacer legible el goce y a hacer legible su historia.
Pero no todas las situaciones permiten instalar el aparato para descifrar del psicoanálisis. Hay aquellos para los que hay un goce ilegible que solo puede permanecer como carta/letra velada. Tenemos que respetarlo, no tratar de reducirlo, anularlo o interpretarlo.
Lacan en el Seminario XXIV, introduce el término metedura de pata, l´Une bévue. Algo sucedió, en un instante sucedió. En la metedura de pata ya no se trata de aislar nuevas significaciones, sino del retoquecito que cada uno da a la lengua que habla. L´Une bévue, en alemán inconciente, significa un tropiezo, un traspiés, un deslizamiento de palabra en palabra.
Lacan iguala el Une bévue al rasgo unario, como lo único que hace Uno en un mundo donde ninguno tiene un rasgo común. El único rasgo común es estar marcado por la metedura de pata.
El trastorno es un rasgo del Une bévue. Trastornos del lenguaje, de atención, del comportamiento, de esfínteres… Estos trastornos pueden ser acogidos, sin la ayuda de un velo sobre la letra, por alguien que se confiere a sí mismo el atributo del saber. Y así evita que el Uno oculto en el rasgo vaya a la búsqueda de su Otro. Es la única manera de saber que no estaba escrito, que no es un destino.
Esto abre dos formas de hacer las cosas: acoger como rasgo del Une bévue los desórdenes y trastornos atrapados en un discurso, y permitir a los significantes dirigirse a otros significantes. Esta es la invención del inconsciente freudiano. La otra es la que Lacan toma prestada del pequeño Hans. Consiste un usar una palabra para un uso distinto para el que está hecha. Se arruga un poco y es en ese trapo donde radica su efecto operatorio. Por lo tanto, o nos arrugamos para detener el sangrado o apuntamos al rayo, que es el efecto de la poesía o el chiste.
Concluye diciendo que el guion entre padres exasperados y niños terribles no compete ni a la trasmisión ni a un disfuncionamiento, sino que es un rasgo del Une bévue que atañe a la familia. Rasgo que por sí solo puede fundar la relación del niño con los padres y de los padres con el niño.
Así pues, el error contra la norma sí es posible.