(Referencia en las lecciones XI y XII del Seminario 6 de Jacques Lacan, El deseo y su interpretación)
Ana Aranguren*
“Análisis de un único sueño” es el título del capítulo V del libro “El análisis de los sueños: Manual práctico para psicoanalistas” de Ella Sharpe -(1875-1947), psicoanalista inglesa de la IPA-, capítulo en el que interpreta el sueño de un paciente y al que Lacan en este Seminario 6 dedica 5 lecciones para comentar línea por línea el análisis que ella hace.
Se trata de un paciente de mediana edad, abogado con grandes dificultades en su profesión –fobias a hablar en público- jugador de tenis y golf, casado, de quien Ella Sharpe, su analista, tenía la hipótesis de que la represión respecto a los problemas inconscientes vinculados con su padre y su muerte era muy fuerte.
Su padre murió cuando él tenía tres años siendo el más joven de los hermanos y lo único que había dicho en tres años de análisis en relación a él era “está muerto”, “mi padre murió”. Se sorprendió mucho cuando pudo pensar que su padre había vivido y que probablemente lo había oído hablar. Las últimas palabras dichas por el padre al hijo, repetidas más tarde al paciente, fueron “Robert debe ocupar mi lugar” y esto significó para el paciente que crecer también significaba morir. La analista creía estar, transferencialmente, situada en el mismo lugar que el padre para su analizante, es decir, “muerta”.
El objetivo fundamental del análisis era reducir el miedo a los deseos agresivos experimentados por el paciente en sus primeros tres años de vida.
Ella Sharpe empieza comentando que reconocía la manera en que sus pacientes subían las escaleras para entrar en la consulta. De este paciente dice que nunca lo oía y que siempre se presentaba de la misma manera, “todo estaba siempre en su sitio” y expresando sus pensamientos y nunca sus sentimientos. Sin embargo, un día tosió antes de entrar en el consultorio, lo que a la analista le llamó la atención, aunque decidió no interpretárselo porque creía que apuntarle una manifestación corporal inconsciente significaría su eliminación. Pero para su sorpresa fue el propio analizante el que habló en la sesión de la tosecilla pues le molestaba no controlarla, preguntándose por su significado. Esto dio paso a una serie de asociaciones previas al relato del sueño y que ella recoge así:
- La tos
- Ideas relativas a la finalidad de la tos
2.1. Evoca la idea de amantes juntos
2.2. Rechazo de la fantasía sexual concerniente a la analista
2.3. Fantasía de encontrarse donde no debería estar y de ladrar como un perro para despistar a la gente
2.4. El perro evoca el recuerdo de masturbar a un perro
En este momento el paciente volvió a toser, y recordó el sueño del que dice que es tremendo y larguísimo y del que despertó transpirando, pero que no recuerda. Así, comienza a relatar que soñó que “hacía un viaje con su esposa alrededor del mundo, y que en Checoslovaquia, conocía a una mujer con quién tenía relaciones sexuales delante de su esposa”.
La mujer del sueño le recordaba a una que vio el día anterior, de labios rojos y llenos, morena y de mirada apasionada. Aclara que para él es una gran ayuda que la mujer tome la iniciativa, como en esta ocasión. Ella estaba encima de él intentando introducir su pene en su cuerpo -to get my penis- él no lo permite y la mujer se decepciona tanto que él piensa que debía masturbarla.
En inglés el verbo “masturbate” no tiene forma transitiva. El paciente al darse cuenta de ello se lo dice a la analista. Ella se lo devuelve preguntándole “¿Es «erróneo» usar el verbo en forma transitiva?” Y el paciente responde: “Entiendo lo que me quiere decir. Es cierto que sólo me he masturbado a mí mismo”.
El analizante sigue asociando. Habla de los labios de la mujer del sueño y asemeja su vagina con algo que colgaba como un pliegue en una capucha –Hood- lo que le recordaba una caverna que de niño solía visitar con su madre y tenía un borde superior sobresaliente que se asemejaba a un labio. De los labios, de su doble significado, pasó a ideas relativas a cosas situadas en posición transversal y longitudinal y a un chiste sobre los labios de una mujer que no pudo recordar.
Seguía pensando en el significante –Hood- capucha-capota -asociándolo a la tela de una capota recordada a causa del acento de un individuo, acento que él mismo imitó y lo relacionó con las hábiles imitaciones de una amiga, en particular, a su exacta imitación de un hombre. Se reprochó por su “alarde” acerca de su amiga y de su maravilloso aparato de radio.
Esto le llevó a hablar del primer coche en el que viajó, que se mantenía cubierto con una capota color escarlata y unas correas cuando no se utilizaba. También se refirió al “pico de la velocidad” y a la “vida del coche” observando que hablaba de él como si fuera un ser humano.
Emerge entonces el recuerdo de una compulsión infantil de coleccionar correas de cuero que solía cortar de las sandalias de su hermana 8 años mayor que él, lo que lo llevó al significante “cochecito”. Mencionará que en su casa no había “cochecitos” pero al recordar que sí, pues tenía 2 hermanos mayores, supone que debió haber estado atado con correas para evitar que se cayera.
Esto le lleva a recordar que olvidó enviar 2 cartas admitiendo nuevos miembros en un club del que él era el secretario, “había olvidado hacer cosas que debía haber hecho” dirá. A continuación se acordó de que la semana anterior había olvidado abrocharse los botones de la bragueta y de seguido asocia un sueño relatado en otra sesión en el que le decían que “se abotonara”.
Por último, volvió a las correas recordando que le habían dicho que solían sujetarlo a la cama para que no se cayera, por lo cual supuso que también lo ataban al cochecito.
A partir de todas estas asociaciones en relación al sueño Ella Sharpe irá haciendo distintas interpretaciones del mismo, orientadas principalmente hacia las cuestiones más relevantes en el sueño, la omnipotencia del paciente y su deseo agresivo hacia el padre.
* Trabajo presentado en la clase del 18 de abril de 2015 del Seminario del Campo Freudiano de Bilbao, Curso 2014 – 2015, dedicado al Seminario 6 de Jacques Lacan