(Referencia del Seminario 18 de Jacques Lacan, De un discurso que no fuera del semblante)

María Verdejo*

 

Cuando Freud plantea la metáfora del block maravilloso señala: “Nuestra intención no es sino perseguir sus coincidencias con la estructura de nuestro aparato anímico perceptor”.

Se trata del recorrido del modelo del aparato psíquico –la memoria–, que atraviesa diferentes texto freudianos partiendo del Proyecto… (1985), la Correspondencia a Fliess, Carta 52 (1896) , retomado varias veces en el Capítulo VII de La Interpretación de los sueños (1900) y Más allá del principio del placer (1920), hasta la Nota que nos ocupa hoy, El block maravilloso (1924).

Dos condiciones definen el funcionamiento del block:
– capacidad ilimitada de recepción y
– conservación de huellas duraderas.

Descripción del block maravilloso

El block maravilloso es una lámina de resina o cera de color oscuro, encuadrada en un marco de papel y sobre la cual va una fina hoja transparente, sujeta en su borde superior y suelta en el inferior.

Esta hoja es la parte más interesante de todo el aparato. Se compone, a su vez, de dos capas separables, salvo en los bordes transversales. La capa superior es una lámina transparente de celuloide, y la inferior, un papel encerado muy delgado y translúcido –no existe la una sin la otra.

Cuando el aparato no es empleado, la superficie interna del papel encerado permanece ligeramente adherida a la cara superior de la lámina de cera. Para usar este block maravilloso se escribe sobre la capa de celuloide de la hoja que cubre la lámina de cera. Para ello no se emplea lápiz ni tiza, sino como en la antigüedad, un estilo o punzón. Pero en el block maravilloso, no graba directamente la escritura sobre la lámina de cera sino por mediación de la hoja que la recubre, adhiriendo a la primera, en los puntos sobre los que ejerce presión, la cara interna del papel encerado. Los trazos así marcados se hacen visibles en un color más oscuro, en la superficie grisácea del celuloide. Cuando luego se quiere borrar lo escrito basta separar ligeramente de la lámina de cera la hoja superior, cuyo borde inferior queda libre. El contacto establecido por la presión del estilo entre el papel encerado y la lámina de cera, contacto al que se debía la visibilidad de lo escrito, queda así destruido, sin que se establezca de nuevo al volver a tocarse ambos, y el block maravilloso aparece otra vez limpio y dispuesto a acoger nuevas anotaciones.

“Nuestra intención no es sino perseguir sus coincidencias con la estructura de nuestro aparato anímico perceptor”.

Si después de escribir sobre el block maravilloso separamos con cuidado la hoja de celuloide de la de papel encerado, seguimos viendo lo escrito sobre la superficie de este último y podemos preguntarnos qué utilidad ha de tener la hoja de celuloide.

La hoja de celuloide es, por tanto, una cubierta protectora del papel encerado, destinada a protegerle de las acciones nocivas ejercidas sobre él desde el exterior.

No queda ahí lo maravilloso del block: Si levantamos toda la cubierta –celuloide y papel encerado–, separándola de la lámina de cera, desaparece definitivamente lo escrito. La superficie del block queda limpia y dispuesta a acoger nuevas anotaciones.

Pero no es difícil comprobar que la huella permanente de lo escrito ha quedado conservada sobre la lámina de cera, siendo legible a una luz apropiada.

Así pues, el block no ofrece tan sólo una superficie receptora utilizable siempre de nuevo, como en una pizarra, sino que conserva una huella permanente de lo escrito. Resuelve el problema de reunir ambas facultades distribuyéndolas entre dos elementos sistemas distintos, pero enlazados entre sí.

Freud va a ir haciendo las analogías entre los diferentes elementos del block el modelo de aparato psíquico receptor y la memoria:
a.- Los fundamentos de nuestra memoria nacen en otro sistema vecino encerado con el sistema receptor de los estímulos y su dispositivo protector; –no sólo de la percepción- lo que de la percepción ha dejado huella-
b.- la lámina de cera, con el sistema inconsciente situado detrás de él, lo inconsciente surge –se instituye– como huella de escritura, que queda fuera de la consciencia, pero que permanece.
Y, Huella que implica
c.- la aparición y desaparición de lo escrito.
Pero, no queda ahí Freud sino que señala que,
d.- en lugar de una supresión real del contacto suponemos una insensibilidad periódica del sistema perceptor. –Con este término “insensibilidad periódica”, introduce Freud otra característica importante, la temporalidad.

Por último, suponemos también que este funcionamiento discontinuo del sistema perceptor constituye la base de la idea del tiempo.

Lo “percibido” no se deja leer más que en pasado, por debajo de la percepción y después de ella” leer implica aquí un previo, la huella, la inscripción.

 

* Trabajo presentado en la clase del 10 de julio de 2010 del Seminario del Campo Freudiano de Bilbao, Curso 2009 – 2010, dedicado al Seminario 18 de Jacques Lacan