Brais Pereira
Presentación del libro «Freud y Einstein no van a la guerra» de Iñaki Markez
En primer lugar, muchas gracias a los organizadores de esta presentación: a la antena clínica de Bilbao y a OME. Gracias a la librería Louise Michel por acoger este encuentro. Y gracias también, por supuesto, a Iñaki Márquez por escribir este libro que apunta en tantas direcciones y nos va a permitir acercarnos a las dos figuras intelectuales más relevantes del siglo XX en sus disciplinas: el psicoanálisis, en el caso de Freud; y la física, en el caso de Einstein. El dialogo entre estas dos figuras esta mediado por la cuestión de la guerra que ha atravesado de lado a lado sus biografías y que los ha colocado en la tesitura de tener que posicionarse en relación a ella.
El título establece un primer lazo, y me pregunto si no es acaso el único, entre ambos autores: Freud y Einstein no van a la guerra. La guerra, dice Freud en su famosa carta de en respuesta a Einstein, lisa y llanamente no la soportamos más. Es en nosotros, los pacifistas, una intolerancia constitucional, una idiosincrasia extrema. No ir a la guerra no equivale a negar un análisis material, político y psicológico sobre el fenómeno; esto sería, más bien, un buen comienzo para no salir de ella. Este libro nos señala, una vez más, que la postura de Freud en su obra no es la de arredrarse ante aquello que produce repulsa, indignación o rechazo a la sensibilidad de la época. No es la de entenderlo como un accidente, o una desviación, un error de cálculo de la naturaleza o de la cultura. El hecho de manifestar tales posturas morales de época no nos excluye de estar concernidos por esos modos de satisfacción y sufrimiento que se advierten. Pero ¡qué poco nos cuesta ponerlos en los otros y qué cómodos nos encontramos poniéndolos fuera! De tanta facilidad, de tanta comodidad supuesta, Freud siempre va a sospechar.
El libro de Iñaki, extensamente documentado, se divide en tres partes. En primer lugar, un recorrido conceptual sobre las diferentes definiciones y acepciones de la violencia y de la guerra. Aquí, nos encontramos los matices entre, por ejemplo, la violencia autoinfligida y la violencia interpersonal; la violencia colectiva o política y el fenómeno de la guerra entendido, clásicamente, como la apropiación por parte del aparato del estado o de élites de dominio sociopolítico del monopolio de la violencia. Sin embargo, en las últimas décadas los fenómenos de guerra se han deslocalizado y se ha difuminado su dimensión temporal sobre todo desde la extensión del sintagma “guerra contra el terrorismo” proclamada por los EEUU en 2001 tras el ataque a Nueva York. EL discurso de la guerra se extiende por todo el planeta con variaciones de intensidad. Ahora, desde entonces, existe una suerte de estado prebélico: la “alerta terrorista”, que suspende derechos y moviliza a las fuerzas de seguridad según una gradación (en el estado español existe el sistema de gradación de alerta antiterrorista desde 2005. Va del 1 al 5. Lleva en grado 4 desde el 2015). Por tanto, ya no más la guerra sólo entre estados o grupos amplios organizados con unas coordenadas de tiempo y espacio delimitadas.
En un segundo apartado, el grueso del libro, nos sitúa en el periodo que va desde la primera guerra mundial hasta los albores de la segunda gran guerra, explorando los determinantes sociales, geopolíticos y económicos de la época. En ella vemos aparecer a estas dos figuras intelectuales, Einstein y Freud. El primero, como tantos otros, empujado por la preocupación sobre el devenir de la civilización, y en su interés por entender el horror de la guerra, le dirige la famosa carta a Freud recogiendo el encargo que la Liga de las Naciones – antecedente de la ONU- hizo a figuras relevantes para que establecieran un intercambio epistolar entre intelectuales de diferentes países. En ¿Por qué la Guerra? Se desarrollan 3 preguntas: ¿Hay algún camino para evitar los estragos de la guerra? ¿Cómo es que se llega a despertar en los hombres tan salvaje entusiasmo hasta llevarlos a sacrificar su vida? Y por último, ¿Es posible controlar la evolución del hombre para ponerlo salvo del odio y la destructividad? En su respuesta, Freud opone a la pulsión de destrucción o más propiamente, como él señala, de muerte, el proceso civilizatorio. En concreto, el fortalecimiento del intelecto como medio de gobierno de la vida pulsional y la interiorización de la inclinación a agredir, con todas sus consecuencias ventajosas y peligrosas, señala.
En la obra de Freud se encuentran múltiples escritos que abordan la cuestión de la guerra, la muerte, la destrucción y la agresividad. Algunos que se recogen y analizan en este el libro son “El malestar en la cultura”, “De guerra y muerte”, “Tótem y Tabú” o “Más allá del principio del placer”.
El psicoanalista Eric Laurent en el texto “El discurso y lo real de la guerra”, incluido en el libro El psicoanálisis a la hora de la guerra, diferencia al Freud que responde a Einstein, donde parece creer en lo procesos culturales y su efectividad para regular la relación entre los seres humanos, de un Freud previo, por ejemplo, el de El malestar en la cultura donde hay una desconfianza radical hacia los procesos de civilización. En este sentido, se plantea una pregunta que me parece interesante y que el libro de Iñaki, de alguna manera, recoge: ¿La guerra o la violencia colectiva son un efecto de la cultura o la cultura sería su antídoto? En el artículo de Laurent se recoge la investigación de la antropóloga francesa Patou-Mathis que propone, a partir de hallazgos arqueológicos en los que no se encuentran vestigios de muertes violentas colectivas antes del Neolítico, que la guerra sería efecto de la civilización y que los actos de violencia colectiva y e incluso interindividual serían muy escasos en la mayor parte de la prehistoria de la humanidad. Así pues, esta hipótesis plantea que la guerra surge con el nacimiento de la economía de producción y con el cambio radical de las estructuras sociales del Neolítico hace unos diez mil años.
La figura del hombre-primitivo violento, surgiría de las representaciones artísticas del siglo XIX y de algunos trabajos de sociobiólogos de inicios del siglo XX, según los cuales El Homo sapiens, animal brutal porque es predador, se habría extendido fuera de África a través de Eurasia eliminando a los otros grandes simios bípedos. Sin embargo, esto no se corresponde con una multitud de hallazgos, donde no aparecen de traumatismos masivos de origen violento en grandes poblaciones. Los hallazgos corresponden, más bien, a individuos con lesiones que comprometían su vida o incluso con deformaciones de nacimiento que eran cuidados y protegidos por el grupo social.
Por otro lado, como se expone en el libro de Iñaki, y deja en evidencia la última parte del mismo, donde se describen las guerras más desoladoras de las últimas décadas, los estados que controlaban el panorama mundial en el primer tercio del siglo XX intentaron aplicar métodos legislativos para regular o promover la resolución de los conflictos por vías no violentas. Ejemplos de ellos fueron las conferencias de la Haya en 1907 y la fundación de la Sociedad de Naciones, creada en 1919 con la firma del tratado de Versalles tras la I Guerra Mundial. Con lo que pasó después, en la II guerra mundial y con lo que ha pasado durante el resto del siglo XX en Latinoamérica, Corea, los Balcanes, Indonesia, gran parte de África, etc. Con lo que ahora pasa, con la dinámica actual de guerra y genocidio en la que está instalada occidente ¿Cómo se puede valorar el intento de legislar la guerra? Por otro lado, no cayendo en el pesimismo, ¿Podría haber sido peor sin estos esfuerzos?
Con estas últimas preguntas termino.
Celebrada:
12 Diciembre 19.45
Lugar: Elcano 27, Bilbao
Contando con la presencia de:
Iñaki Márkez, psiquiatra y autor del libro
Julene Zuazua, psicóloga
Brais Pereira, psicólogo clínico
Moderación: Cosme Sánchez, trabajador social y miembro de la Junta de OME
Organizado por OME y la Antena Clínica de Bilbao con la colaboración de ÁGORA Filosofía y la librería Louise Michel