Cristina Califano*
Debo decir que al empezar a escribir estas líneas que voy a compartir con vosotros, me encontré de repente en un callejón de difícil salida. Voy a comentaros mi línea argumental; el título: “las prácticas atravesadas por el psicoanálisis”, se me ha repetido interiormente infinidad de veces. ¿Cómo poder transmitir el interés que ciertas prácticas tienen en el psicoanálisis?
Hasta, que, atravesado el umbral de la página en blanco, pude situar, que no puedo hablar del motivo que hace, que, ciertas prácticas se encuentren atravesadas por el psicoanálisis. Podríamos decir que es razón de cada cual.
Pero si puedo hablar de lo que significa para mí que algunos practicantes decidan orientarse por el psicoanálisis, en su propia práctica.
Con lo cual pasamos a mi modo de ver; del universal “las prácticas” al particular “el practicante de cada práctica”; atisbamos ahí que es razón de deseo. Pero al mismo tiempo, no debemos perder de vista el marco institucional en donde “el practicante de cada práctica” realiza su tarea.
Las instituciones, como sabemos se organizan en relación a un imposible, y lo intentan cernir. Esto quiere decir que las instituciones no pueden dominar plenamente el objetivo que reciben como encargo social; por ejemplo la escuela educa, pero no todo es educable y en cada caso el consentimiento y el límite por parte del sujeto se juegan de manera diferente. En ese sentido las instituciones existen porque el ser humano es un ser de lenguaje (1).
Mantienen las instituciones un discurso que apela a la norma, al orden en un intento de acallar el malestar; y sin embargo las normas fallan. Ya lo plantea Freud en El malestar en la cultura: cuanto más se intenta poner límite a ciertas satisfacciones, cuanto mayor es la opresión que ejerce una sociedad sobre los individuos que la integran, mayor es la trasgresión que ello provoca.
Indudablemente, podemos decir que aquellos que sostienen su práctica orientada por el psicoanálisis, sostienen su discurso; discurso que marca la diferenciación con los saberes de catalogación imperantes.
Podemos hacer un ejercicio: ¿Cuál sería la razón para que alguien se oriente por el psicoanálisis en el siglo XXI?
Hace mucho tiempo que venimos arrastrando un significante social “globalización”; “todos globalizados” conjuro mágico que señala el devenir, presente y futuro; desde la posición de poder de los medios masivos de comunicación se fabrican y trasmiten las últimas novedades y tendencias. La globalización será, de esta forma, la felicidad para algunos y para otros lo contrario.
El efecto de la globalización sobre el sujeto parece dar consistencia donde no hay pregunta. Bastantes cuestiones se nos abren con la globalización, económica, social, institucional; por lo tanto podemos esbozar que estar globalizados significaría lo mismo para todos aquellos que están inmersos en el proceso. Primer punto que debemos retener: lo mismo para todos.
Y junto a este significante, globalización, porque no, el imperativo de la felicidad; Eric Laurent (2) plantea que todo el mundo quiere ser feliz; llegado al extremo que hasta en el texto de la Constitución de los EE.UU. se incluyó la búsqueda de la felicidad como un pedido legítimo. Con lo cual a mi modo de entender; por un lado para todos igual y por el otro sería la felicidad para todos.
Jacques Alain Miller (3), sostiene que el momento actual se caracteriza por la sociedad de la debilidad; con lo cual nuestra serie queda constituida de la siguiente forma: el para todos igual y la felicidad para todos nos conducen a la debilidad.
Hoy en día los ideales han cambiado, algunos ya no valen más o se han pervertido en un sin número de casos; en muchas situaciones el ideal de nuestra época se reduce sólo a un ideal de funcionamiento eficaz.
No vamos a hacer un estudio sociológico. En contraposición el psicoanálisis busca las causas y no plantea el para todos igual; pensamos entonces que es la declinación social de la imago paterna, aquello que nos permitirá entender el malestar de la civilización; y justamente esta declinación, permite la aparición del psicoanálisis; que como sabemos se funda en lo que falla.
La declinación de la instancia subjetiva de la ley como reguladora del goce y de las identificaciones de los sujetos conlleva a un empuje al goce desregulado y cualquiera sea el futuro esta declinación constituye una verdadera crisis psicológica (4).
El practicante que opera orientado por el psicoanálisis está advertido de esto; como asimismo está advertido que se ocupa de aquello que aparece como desecho de la vida cotidiana; de todo aquello que disturba el funcionamiento del para todos; del intento de homogeneizar. Asimismo, se puede verificar el efecto que produce en un sujeto el encuentro con alguien que puede escuchar su malestar, respetando su singularidad.
Conoce asimismo el practicante que desde el inicio, el psicoanálisis se diferencia radicalmente de otras corrientes que apoyadas en el discurso científico, se limitan a describir, observar, clasificar, experimentar y concluir estadísticamente, para todos igual; entiendo que desde ese perspectiva no se toma en cuenta la particularidad del sujeto mortificado por su síntoma.
Y justamente, los nuevos síntomas: ataques de pánico, estrés, conducta antisocial, fracaso escolar y una larga lista de etc., que en otras corrientes son pensados como desordenes y para ello proponen soluciones identificatorias.
Para el psicoanálisis son modos de respuesta al malestar en la civilización; de esto también está advertido el practicante que opera orientado por el psicoanálisis; dado que su práctica se centra en lo singular del caso y no está delimitada por patrones de moda sino por los principios que orientan su práctica y en esto radica la ética del psicoanálisis de orientación lacaniana.
El practicante orientado por el psicoanálisis opera con la palabra para poder cernir qué del sujeto se haya concernido en su malestar; escucha no dirige; justamente hoy en día el discurso de la ciencia ha operado un borramiento de la palabra; por ejemplo en el campo médico haciendo operar la fórmula significante del fármaco sobre lo real del organismo en silencio; lo hace sin producir saber del lado del que sufre.
Podemos decir que, del lado de la ciencia ella ignora el síntoma en su relación con la dimensión subjetiva particular y por otro lado el discurso social que contribuye a la ignorancia del síntoma en la medida en que uniformiza a los individuos según el Ideal que los realizaría, sin esa disonancia que perturba la vida social. El psicoanálisis en cambio, propone que el sujeto se haga cargo de aquello de lo que sufre; su propia particularidad. El sujeto, en este marco; encuentra un espacio donde su sufrimiento es acogido y su palabra escuchada.
El practicante orientado por el psicoanálisis, sabe que éste no se ha sostenido sólo como un método de investigación; también conoce que es la terapéutica más sensata, más eficaz y más ética que cualquier otra. Como, asimismo tiene una particularidad muy importante a mi modo de ver se ha aggiornado, tomando en cuenta los cambios profundos que ha tenido el lazo social y la subjetividad de la época (5).
Entonces, podemos decir que el practicante que se orienta por el psicoanálisis toma a su cargo sus principios éticos fundamentales; dado que el psicoanálisis inaugura una experiencia inédita con la palabra y una relación diferente con la causa, el saber y la ética.
NOTAS:
(1) Tizio, Hebe: “Sobre las instituciones” en “La educación en los tiempos de incertidumbre: las apuestas de la pedagogía social”. Edit. Gedisa, Barcelona 2002. Págs. 195 y siguientes
(2) Laurent, E.: “Psicoanálisis y felicidad en tiempos de crisis”. Entrevistado por Fabiola Román. Revista Carretel 9
(3) Miller, Jacques Alain,: “El Otro que no existe y sus comités de ética”. Edit. Paidós. Buenos Aires, 2005. Pág, 39
(4) Lacan, Jacques: “La Familia”, Edit. Argonauta. Buenos Aires, 1978
(5) Tarrab, Mauricio: Ciclo de conferencias: “El Psicoanálisis en la ciudad”. El Faro, revista de psicoanálisis nro. 2, pág. 80. Grama Ediciones, Buenos Aires, 2007
*Conferencia de clausura del VII Symposium de los Grupos de Investigación del Seminario del Campo Freudiano de Bilbao que, con el título “Las prácticas atravesadas por el psicoanálisis”, fue celebrado el 3 de Junio de 2011