El Seminario del Campo Freudiano de Bilbao inauguró sus actividades para este curso con la celebración de una primera Conversación Clínica bajo el título de El Otro malvado. Tuvo lugar el pasado 16 de Octubre en el Hotel Conde Duque. Asistieron aproximadamente 60 personas.
Para animar la conversación contamos con la participación de Marie-Hélène Brousse y la coordinación de Carmen Cuñat y Julio González.
En su presentación del acto, Julio González recordó los ejes de la conversación tal como los planteó Félix Rueda en el texto preparatorio, ya que ubicaban los casos a trabajar, a saber: “desde el enigma y la perplejidad inicial, producto del mal encuentro que desestabiliza al sujeto hasta la certeza resultante del delirio cimentado”.
Curiosamente Jacques-Alain Miller sitúa la maldad en relación con la misma cadena significante. Por el hecho de que hablar supone la alienación en el lenguaje, la equivocidad del mismo, siendo por lo tanto muy apropiado para alojar a este Otro Malvado.
Marie-Hélène Brousse apuntó que el termino francés méchant es un vocabulario “de niño”, más cercano a “malo” que a “malvado”, y que implicaría la primera orientación moral que parte la humanidad en dos: de un lado los buenos –es decir, yo– y del otro los malos –el otro; dando una primera formalización del eje a – a´.
Al comentario de los casos siguió un animado turno de intervenciones con la sala sobre las peculiaridades de cada uno de ellos y las aportaciones de Marie-Hélène Brousse. Extraemos algunos de sus comentarios.
Juan Jesús Ugarte presentó un caso titulado “Una mirada Umheimlich”, en el que un sujeto encuentra el Otro malvado a través de una serie de malas miradas. El caso mostraba cómo el objeto mirada no estaba extraído. M.-H. Brousse señaló que este sujeto intentaba hacerse un ser a partir del supuesto objeto que complementa a este Otro, identificándose con el objeto mirada.
En el caso presentado por Antonio García Cenador “(…) y más quería saber”, el Otro malvado aparecía en el ámbito familiar. La paciente muestra como solución una relación particular con el saber; pero se trataba de un saber sin división subjetiva, sin deseo inconsciente que responde a su pregunta ¿quién soy? Para la paciente el saber funcionaba como una suplencia de la carencia de Nombre del Padre. Hacía con el saber al igual que Descartes, le ayudaba a organizar el caos.
Estanislao Mena presentó un caso, “De la fábrica a la Universidad”, de un paciente al que lleva atendiendo muchos años y al que, según dijo, hacía un acompañamiento ya que se trataba de alguien que a lo largo de todos los años organizaba las sesiones. El Otro malvado lo perjudicaba, lo perseguía o quería lo peor para él. Tenía graves dificultades para el lazo social. El empuje a los estudios le ha permitido poner distancia con este Otro malvado.
El saber en este sujeto también jugaba un papel importante, pero aquí, a diferencia del caso anterior no era tanto el saber lo que le interesaba sino el discurso universitario, un lugar en el que el saber tenía un modo de empleo organizado (asignaturas, profesores, listas de aprobados) y permitía una infinitización.
La sesión de la tarde dio comienzo con el caso presentado por Maria Verdejo “Sé que puedo contar contigo cuando tenga un problema (Reconstruyendo al Otro)”, una niña con dificultades en el lazo con los otros, mutismo selectivo y graves problemas de socialización. Marie-Hélène Brousse destacó la elección tan fuerte del síntoma de mutismo, no es un mutismo tipo autista sino electivo. La paciente no renunciaba al síntoma bajo transferencia. Iba hablando a los demás y mantenía el síntoma con la analista. El síntoma cumplía una determinada función, no daba la impresión de una desconfianza total con el Otro, sino que es una manera de hacer una llamada al Otro. Se constató también una falta del lado de lo imaginario, más que una falta de lo simbólico como tal.
En el caso de Carmen Garrido, “Juan”, también hay un mutismo inicial en un niño psicótico de siete años cuando llega al hogar infantil en el que vive desde los dos años y medio. El niño apenas mantenía una relación con los semejantes, hablaba de manera iterativa, pero nunca de él. El significante estaba presente, pero sin formar cadena, S1–S2, son S1 unos al lado de otros.
Un elemento de interés era la presencia de un objeto que usaba y con el que hablaba, un peluche con el que construye escenas, lo nombra, habla con él y funcionaba como un yo externo a él. Este muñeco tenía valor de representación en un sistema en el que ésta no existía. Funcionaba como un cierto yo ideal y con este yo se conectaba un poquito con el lazo social.
Pía Nebreda presentó dos viñetas en su trabajo “Construir una dialéctica entre desarrollo y destino” acerca de la construcción del Otro malvado, señalando el momento previo de constitución del Otro para que el sujeto pueda ubicarse.
Marie-Hélène Brousse señaló que el trabajo hecho con estos niños proporcionaba una elaboración conjunta de un discurso bajo transferencia, lo que le llevó a plantear la diferencia entre el Otro y el discurso –ciertamente no pertenecen al mismo periodo en la enseñanza de Lacan. A partir de El reverso del psicoanálisis, se introduce la categoría del discurso y la idea del análisis como un discurso en sí mismo y con una estructura particular. En el trabajo realizado en estos casos se podía hablar más de la elaboración de un discurso que de la construcción de un Otro. Estos niños tienen un Otro ya construido con el cual mantienen muchas dificultades.
Jesús Sebastián presentó en su caso una presencia del Otro malvado débil, poco consistente, un indicio mínimo surgido en el curso de una cura, un Otro malvado más bien desdibujado aunque podía encarnarse en personas concretas. El caso se ubicaba en un límite, en la frontera que pueda demarcar lo que hace a la angustia frente al enigma del deseo del Otro de lo que sería la intencionalidad malvada del Otro. Se trata de un sujeto con un diagnóstico de autismo inicial y con dieciséis años de tratamiento. Es un caso ejemplar acerca de la utilidad del psicoanálisis para que el autismo no se convierta en un destino incapacitante.
El sujeto localiza la amenaza en el tono de los profesores como una voz que se presentifica bajo la forma de un imperativo. El sujeto teme explotar. La solución del sujeto es trasformar este decir de algunos profesores en las exigencias del sistema educativo al que puede criticar. Hay un tratamiento irónico en lo que dice, propiciado por la deconstrucción que hace el analista del saber, asegurando el desconocimiento que tiene la institución de lo particular de cada alumno. Esta operación le permite seguir estudiando. Al poco la amenaza se desplaza al ámbito familiar, bajo la idea de que “algo de la familia no va bien”. A partir de un acontecimiento familiar pone en serie varios sucesos anteriores para formar una secuencia que porta para él un enigma. Aquí se vería un ejemplo de lo que Miller señalaba que el Otro Malvado se aloja en la cadena significante.
En las conclusiones Marie-Hélène Brousse señaló que en los casos vistos no aparecía el delirio constituido a partir de un perseguidor que dé sentido. Trazó un eje en el que, de un extremo está el éxito de la metáfora delirante y del otro el autismo, en éste hay tal rechazo a la cadena significante que surge como un perseguidor sin ningún delirio pero “en acto”.
En la esquizofrenia tenemos S1 , S1 , S1 sin que constituya ningún S2 , aquí tenemos la significación pero no tenemos sentido. Del lado esquizofrénico la repetición de S1 da significaciones que no se relacionan y el sujeto queda sumido en un estado de perplejidad. Una solución del lado esquizofrénico –que no es del tipo de la metáfora delirante– es el llamado a la ironía “un decir sí al no hay sentido” (tal como lo hace el paciente de Jesús Sebastián a propósito de los profesores).
Del otro lado, la metáfora delirante, como toda metáfora es el intento de añadir sentido a la significación. El intento es explicarla, dar cuenta, entender. Lo que queda es un delirio que explica todo.
En los casos se veía como la maldad puede consistir en una explicación, como sentido en el mundo a partir de que el sujeto se hace él mismo el objeto de goce del Otro de la maldad. Esto le permite tratar su propia división subjetiva al plantearse como objeto esencial necesario para que ese Otro pueda gozar.
También se veía en los casos una conexión entre la idea de Otro malo y los tres registros de lo contingente, lo imposible y lo necesario. El Otro malvado puede venir en lugar de lo imposible, como en el caso de la joven cartesiana. Necesita a su Dios para garantizar su ser, que no haya caos en el mundo.
No queda más que felicitar por la celebración de esta nueva actividad y esperar su próxima continuación.
Consuelo Gonzále