II Conversación Clínica
Seminario del Campo Freudiano de Bilbao
La invención del esquizofrénico

22 octubre 2011


Reseña

 

El pasado sábado 22 de octubre se inauguró el Curso del Seminario del Campo Freudiano de Bilbao.

La invención del esquizofrénico, título de la II Conversación Clínica que abrió el Curso, estuvo guiada por el Dr. Jean-Daniel Matet, quien, junto con las coordinadoras de mesa, Amanda Goya y Felicidad Hernández, nos ayudaron a extraer las enseñanzas del trabajo con sujetos esquizofrénicos, que nuestros colegas Antonio Múgica, María José Olmedo, Liana Velado, Begoña Isasi, Serena Landriscini-Guttadauro y Gracia Viscasillas se ofrecieron a exponer.

Una concurrencia donde, además de los compañeros psicoanalistas que acudieron desde diferentes comunidades del estado, se dieron cita psicólogos y psiquiatras de la Red de Salud Mental de Osakidetza-Servicio Vasco de Salud, así como Residentes y estudiantes universitarios, evidencia en Bilbao del interés de la enseñanza de la clínica orientada desde el psicoanálisis lacaniano.

La apertura de la Conversación fue realizada por Felicidad Hernández quien presentó las mesas.

Durante esta Jornada, como Julio González subraya en el texto de la Presentación, escuchamos el deseo del analista que no retrocede en el caso del esquizofrénico, ofreciéndose, caso por caso, a ocupar un lugar particularizado, construido a partir los dichos del sujeto, para ofrecer un tiempo en el que pueda alojarse y realizar; lo que el Dr. Matet señaló como producción fuera del sentido, porque ésta no puede recurrir al auxilio de ningún discurso establecido, pero no por ello exenta de efectos que le permiten encontrar una zona de existencia humanizada. Esa posición de secretario del alienado no es pasiva -en palabras de Eric Laurent que la mesa recordó-, “ayuda a labrar más unos surcos que otros”. Una escucha activa, seria y orientada que abre la puerta para el sujeto esquizofrénico a la invención de un nuevo significante con las particularidades de su lengua; invención que le da un lugar y contribuye a su estabilización. De ello dieron buena cuenta cada uno de los casos presentados.

Los casos dieron cuenta de los efectos devastadores que, sobre el “esquizofrénico”, produce la imposibilidad de efectuar la operación de separación-alienación. Imposibilidad que se confirma en sus diferentes maneras de mostrar lo fallido de su relación con el lenguaje y la precariedad imaginaria sobre la que se sostiene, dando cuenta así de los momentos de desestabilización, tales como, la llegada de la pubertad, la entrada en el colegio, las demandas escolares y sociales, la separación de un hermano, de una novia, de los padres, el encuentro con la sexualidad, el cambio en un puesto de trabajo, todos ellos, momentos en que el sujeto se enfrenta con el vacío forclusivo, reapareciendo los efectos en lo real, goce desregulado que escuchamos en los dichos hipocondríacos, en el objeto real que se vuelve el cuerpo, en las conductas desreguladas de la norma social.

A lo largo de la mañana tres casos de sujetos adultos articularían la enseñanza de la práctica con el conocimiento teórico:

Amanda Goya abrió la conversación con el caso que presentó Antonio Múgica, subrayando cómo el dicho “tengo algo que se me atraganta, es algo que me atrapa”, y que la obliga a beber agua constantemente, da cuenta de lo que Freud nombró como “lenguaje de órgano” en la esquizofrenia, uso del lenguaje hipocondríaco. No hay metaforización posible.

La atención que el analista da a los dichos que la paciente va produciendo con él, permiten dar cuenta del momento del desencadenamiento cuando se produce la separación imposible, pérdida que la enfrenta con el vacío forclusivo de un elemento simbólico que permitiera saber hacer con ello y, también de la precariedad de elementos imaginarios de los que servirse.

No obstante, es también a través de la atención a los dichos previos al desencadenamiento, que el analista alcanza confeccionar una maniobra que hace posible reintroducir la posibilidad del contacto con la vida en ella ofreciendo su cuerpo real, ocupándose del paseo con ella por el parque del hospital. Así, ofrecer la presencia real del analista diariamente está permitiendo que la paciente acepte la propuesta de trabajo y realice algunas producciones tales como “un puzzle que no encaja”, producción que se acompaña de un efecto de apaciguamiento sobre la agitación constante en la que este sujeto habita.

El Dr. Matet señaló la necesidad de conocer el estatuto de estas producciones, porque no son producciones del inconsciente, no son producciones de cadena significante, no hay retroacción, pero son producciones sueltas que pueden organizar un espacio imaginario, los paseos, que posibilite un pequeño lazo imaginario posible. Parece que un pequeño camino de posibilidad puede estar abriéndose para un sujeto, para instalar algo de vida que pasa por la palabra, pero una palabra al resguardo de la producción de sentido, porque no hay cadena significante posible.

En el caso que nos presentó María José Olmedo, la apertura a la conversación corrió a cargo de Felicidad Hernández, quien destacó la búsqueda de ayuda de un sujeto con un desencadenamiento tardío, efecto del encuentro con las relaciones sexuales y la ruptura amorosa; sujeto que si bien se ha sostenido a través de la unidad imaginaria con el padre, y con la instalación de un “ronroneo” que lo habita ya en la pubertad, se desestabiliza cuando dicho encuentro y posterior ruptura lo enfrenta a una separación imposible de simbolizar, que se acompaña de la caída del cuerpo. No obstante este sujeto muestra una decisión firme de no quedar atrapado en la enfermedad y se presenta para hablar de lo que le sucede. Este es un sujeto que puede describir sus fenómenos delirantes, el momento de la desestabilización y lo fallido de algunos intentos, que sólo sirvieron para descorchar la enfermedad. Acude con una demanda clara: contrastar las estrategias que va inventando para ponerle freno, palabrillas sin sentido -neologismos- pero con efecto de límite al goce sin límite que lo invade. Él busca que se le acompañe en sus invenciones.

La posición de la analista va más allá de la posición de secretario del alienado, puesto que se acompaña de algunos actos sustentados desde la misma orientando el trabajo. En este caso la analista es el lugar que está encontrando para facultarse como “alguien normal, pequeñito, que no tenga culpas, sin grandes cosas, que sale a andar”, búsqueda de un ser posible para existir, apaciguándose los fenómenos delirantes.

La enseñanza del caso que presentó Liana Velado muestra, como particularidad, cómo el órgano aparece como respuesta y no como construcción. Lo que vuelve para este sujeto es el dolor, un dolor como acontecimiento en el cuerpo, en lo real del cuerpo. Dolor que da cuenta de la falta real no simbolizada que vuelve el goce sobre el cuerpo; cuerpo eliminado de toda sintaxis; cuerpo-máquina, que funciona, nada más, eso es lo que lo agrada. Y, este cuerpo-maquina funciona cuando el sujeto deposita este funcionamiento al analista. Este es el lugar del analista para este sujeto: “no soy un débil”, es la invención que acompaña a este cuerpo-máquina y que le da un lugar en la vida.

Durante la jornada de la tarde, los niños hicieron su aparición con la particularidad que les acompaña. Los niños, en general, son traídos por otros, y su demanda, cuando la hay, no tiende a coincidir con la demanda de esos otros, padres, maestros, dispositivos de salud, etc. La posición del analista en la práctica con niños pasa por realizar los actos necesarios para que el niño encuentre su lugar propio como sujeto para alojar su demanda particular y encontrar una perspectiva de sintomatización gracias a la invención -como señaló Serena Landriscini-Guttadauro al comienzo de la presentación del caso.

El caso que nos expuso Begoña Isasi dio cuenta de cómo en el trabajo con niños es necesaria una cierta cesión del objeto niño por parte de los padres para que el niño pueda entrar como sujeto propio en el dispositivo analítico y comience un trabajo. En este caso particular, un trabajo de invención que le ha permitido localizar la alucinación. El sujeto se sirve del dibujo para convertir lo oscuro del deseo materno que lo amenaza en una escritura, del dragón oscuro a la S del Sol, en un intento de localizar ese real imposible de simbolizar porque no está al amparo del Nombre del Padre, y se pudo observar cómo a través del trabajo de invención el niño accede a encontrar una nominación en la que puede representarse como sujeto propio. La presencia de la analista se sustenta del saber no saber, para alojar las invenciones del sujeto, un lugar que, para este sujeto, será discreto y silencioso.

En varias ocasiones la analista se presta a un trabajo en red, con la escuela y el Centro de Salud Mental para que el niño mantenga su lugar como sujeto al trabajo, trabajo a través del cual puede ahora sintomatizar la relación con los iguales y construir una nueva demanda propia al respecto “¿qué hacer?”

En el caso que ofreció Serena Landriscini-Guttadauro observamos cómo la estrategia utilizada para que el sujeto advenga al trabajo pasa por alojar a la abuela en las entrevistas, verdadero sostén de la vida para el niño, abuela como órgano del lenguaje para un chico que se presenta decididamente en silencio. Al igual que en el caso anterior, se hace preciso un trabajo de coordinación con la institución escolar.

La solución inventiva que el chico está encontrando pasa por el encuentro con una analista que no sabe, una analista en falta. Es a través de este encuentro que el chico comienza a dirigirse a ella, explicándole cómo surge en él, cuando la abuela enferma, el interés por un tipo de programación televisiva: los concursos de supervivencia. Elemento que es devuelto desde la historia del chico por la analista; de la errancia a la aventura del superviviente; y que le permite inventar una identificación imaginaria que le da una posibilidad de hacerse un ser resistiendo a la muerte.

Las intervenciones que Gracia Viscasillas realiza con dos sujetos autistas pusieron al trabajo de la II Conversación Clínica la diferencia que hay en el trabajo con unos niños que se presentan en continuidad con un Otro intrusivo que los habita, y cómo el trabajo de transferencia va dirigido a ese Otro intrusivo, aislando el goce, fragmentándolo. El Dr. Matet trajo a la Conversación un comentario de Eric Laurent, cuando señala que el trabajo de bricolaje en el tratamiento del autista lo hace el analista para desplazar el goce condensado.

María Verdejo