Brais Pereira*

 

Es un texto escrito y publicado en 1915, incluido posteriormente en una serie de cinco artículos que se recogen bajo el título “Trabajos sobre metapsicología”. Viene después de “Pulsión y destinos de pulsión” donde Freud señala cuatro destinos posibles de la pulsión sexual: el trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia la persona propia, la sublimación y la represión a la que le dedica este trabajo aparte.

Uno de los posibles destinos de una moción pulsional, inicia Freud, es chocar con resistencias que la quieran hacer inoperante, cayendo bajo ciertas condiciones en el estado de represión.

Plantea que, de un estímulo exterior el sujeto, a través del uso de la locomoción, puede huir para librarse de su efecto; en cambio, de una moción pulsional, el yo no puede escapar, pues no puede escapar de sí mismo.

Puede, en último término, desestimarla mediante lo que llama un “juicio adverso” (noción que en este artículo no desarrolla) y en una etapa previa a este “juicio adverso” el sujeto dispone del recurso de la represión.

¿Cuál habría de ser el motivo de que una moción pulsional sufriese este destino, habida cuenta de que la satisfacción pulsional siempre depara placer? La satisfacción de la pulsión reprimida sería siempre placentera “en sí misma” pero sería inconciliable con otras exigencias. De algún modo Freud diversifica los lugares del efecto de la pulsión: en un lugar produce placer y en otro, a un tiempo, displacer. Queda así vinculada la condición de la represión al principio del placer. Si el poder del displacer es mayor, la represión actúa; de lo contrario, no actúa.

A nivel genético, la represión surge solo cuando se establece una clara división tópica consciente/inconsciente: “La represión no es un mecanismo de defensa presente desde el origen; no puede engendrarse antes que se haya establecido una separación nítida entre actividad consciente y actividad inconsciente del alma, y su esencia consiste en rechazar algo de la consciencia y mantenerlo alejado de ella”. Antes de esta división nítida del aparato psíquico la defensa como destino de pulsión corresponde a otros mecanismos como son la mudanza en su contrarío y la mudanza hacia la persona propia.

Freud supone dos etapas en la represión

Hay una primera etapa que denomina represión primordial [Urverdrägung] donde la agencia representante [Representanz] psíquica (agencia representante-representación) (1) se le deniega el acceso al consciente. Así se establece una fijación, momento a partir del cual la agencia representante permanece inmutable y la pulsión ligada a ella.

La represión propiamente dicha se produce en una segunda etapa sobre los derivados psíquicos que han estado en vínculo asociativo con la agencia representante. Es conforme a este vínculo que estas representaciones comparten destino con lo reprimido primordial. Por tanto, no solo el consciente repele lo que ha de reprimirse, sino que es la misma represión un “esfuerzo de dar caza” [Nachdrängen]; actúa, por tanto, un factor de atracción de lo reprimido primordial sobre todo aquello que puede poner en conexión.

Un solo vínculo de la agencia representante altera la represión, su vínculo con el consciente. No impide, de este modo, su existencia en el inconsciente ni su capacidad para seguir estableciéndose, formar derivados y anudar conexiones. Es sustraída del influjo consciente donde la agencia representante se desarrolla con mayor riqueza y menor interferencia.

Pero no todos los retoños de lo reprimido primordial se mantienen alejados de la conciencia. Es virtud de las desfiguraciones adoptadas o del número de eslabones intermedios que tienen estos derivados expedito el acceso a lo consciente. Cada retoño tendrá su destino particular en función de la desfiguración o distancia alcanzada “Se trata, escribe Freud, de detenerse antes de que se alcance una determinada intensidad en la investidura inconsciente, rebasada la cual lo inconsciente irrumpiría hacia la satisfacción”.

En el otro polo del aparato psíquico hay técnicas que pueden cambiar las condiciones de placer-displacer. El chiste, por ejemplo, sería una de estas técnicas, que mudando lo displacentero en placentero puede eliminar una represión.

Otra característica de la represión es que es “en alto grado móvil”. La represión es un gasto constante de fuerza, suponiendo su cancelación, por tanto, un ahorro en términos económicos.

Por último, es el grado de activación de la pulsión y sus retoños la que decide su destino particular. Un contenido idóneo para producir un conflicto no lo hará sino está suficientemente activado, por lo que es este factor cuantitativo de activación determinante para que la representación devenga en un conflicto actual y conlleve la participación de la represión.

En este punto del artículo Freud se detiene y recapitula para seguir avanzando en su exposición. Advierte que lo que ha estado considerando como una agencia representante de pulsión [Triebrepräsentanz] se descompone en dos elementos. Está, por un lado, la representación [Vorstellung] y, por otro lado, aquello que representa [Räpresentieren] a la pulsión. A este último elemento lo denomina “monto de afecto” y “corresponde a la pulsión en la medida en la que se ha desasido de la representación” siendo registrable por la experiencia del sujeto como un afecto.

Cada uno de estos elementos puede tener un destino distinto. Mientras que la representación representante de la pulsión [Trieb repräsentierenden Vorstellung] permanecerá generalmente fuera de lo consciente, el monto de afecto, que Freud llama aquí factor cuantitativo, tiene tres destinos posibles: ser sofocado por completo; salir a la luz como en forma de afecto o mudarse en angustia.

Ya que él único motivo de la represión es evitar el displacer, es el destino del monto de afecto el que tenga la mayor importancia y será el que cifre el éxito de la represión. Aunque la representación alcance su meta, la represión habrá tenido éxito si logra que no nazcan sensaciones de displacer o de angustia.

Para finalizar, en la última parte del artículo en la que no voy a entrar, Freud describe los mecanismos de represión en las tres psiconeurosis más representativas: la histeria de angustia, la histeria conversiva y la neurosis obsesiva.

 

 

NOTAS:

1/ La Vorstellungsrepräsentanz, que es el término que Lacan trabaja al inicio del capítulo XVII del Seminario 11.

 


* Trabajo presentado en el Seminario de lectura y comentario de textos del 17 de abril de 2021 de la Antena Clínica de Bilbao, Curso 2020 – 2021, dictada por Shula Eldar dedicada a las lecciones 16 y 17 del Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, de Jacques Lacan

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