(Referencia en las lecciones XI y XII del Seminario 6 de Jacques Lacan, El deseo y su interpretación)

Jorge Lastra*

 

En 1937 año Freud, entre otros textos, publica “Construcciones en el análisis” y “Análisis terminable e interminable”, mismo año en que la analista inglesa saca a luz “Manual práctico para psicoanalistas” en cual nos encontramos en su capítulo V con el texto “Análisis de un único sueño” y en el cuál la autora nos brinda un preludio que hoy nos ocupa, antes de desarrollar el sueño del paciente y sus interpretaciones.

Lacan en el Seminario VI “El deseo y su interpretación” dedica cinco clases a este texto, por un lado por la contribución de la autora a la importancia de la interpretación de los sueños y al discurso analítico, a leer esas coordenadas para la conducción de la interpretación y para continuar investigando la dialéctica del sueño y del fantasma.

En estas clases XI y XII Lacan va a tomar nota, va a acentuar el prefacio que la analista escribe en relación a la presentación que hace del sujeto en determinada fase del análisis justo antes de la aparición del sueño. ¿Qué valor encontramos en dicha presentación?

De un lado resuena la cuestión de la posición de la analista, su estilo en la dirección de la cura y su posición en la transferencia.

Por otro lado la posición del sujeto, en cuanto a dónde se sitúa como sujeto de enunciación, y al mismo tiempo donde está el objeto de su fantasma.

Entonces, ¿qué nos encontramos en el texto de la autora que nos lleva en este preludio a comentar los comportamientos extraverbales del sujeto hasta la aparición de la tosecilla que dará paso al sueño?

En la primera parte de este preámbulo la autora sitúa la importancia de la fase del análisis del sujeto para a continuación relatarnos las cuestiones acerca de lo dicho por el sujeto en torno a su padre muerto. Lo interesante de la cuestión es que la analista lee que su posición es la de estar muerta y se cuestiona su lugar en la transferencia.

“El padre del paciente murió cuando este tenía tres años, siendo el más joven de todos los hermanos.

Casi sus únicas referencias al padre consistieron en señalar que estaba muerto; el acento siempre caía sobre «mi padre murió», «está muerto». Se sintió muy sorprendido el día que pensó que su padre había vivido, y aún más asombrado cuando se le ocurrió que probablemente también lo había oído hablar. En la medida en que su padre estaba «muerto», en la transferencia paterna también yo estaba «muerta». Nunca piensa en mí. No siente nada hacia mí. No puede creer en la teoría de la transferencia.”

Lacan toma nota de esta interpretación y comenta; “Que el sujeto no tome de ello conciencia como tal no significa que no haya una manifestación transferencia, ya que, de todos, modos, en tal o cual ocasión hay una especie de oscuro avivamiento de la ansiedad”.

Se puede pensar que lo que sigue en el texto de Ella Sharpe resuena de nuevo la cuestión de su posición en el análisis.

“Pienso que su análisis podría compararse con un prolongado partido de ajedrez, y que la situación se mantendrá así hasta que yo deje de ser el padre vengador inconsciente empeñado en acorralarlo, en darle jaque mate, después de lo cual no queda otra alternativa que la muerte

¿Por qué este partido de ajedrez? ¿Cómo pensar este acorralamiento?

Para Lacan será “porque lo más bello y lo más notable en el juego del ajedrez es que cada una de la piezas es un elemento significante. El juego se juega con ayuda de una serie de movimientos en réplica basados en la naturaleza de esos significantes, cada uno de los cuales tiene su propio movimiento caracterizado por su posición como significante, y lo que ocurre es la progresiva reducción del número de significantes que participan. Y en última instancia cabría describir un análisis de la misma manera, diciendo que es cuestión de eliminar un número suficiente de significantes para que quede un número lo bastante pequeño como para que percibamos bien dónde se encuentra, entre ellos, en el interior de la estructura, el sujeto”.

Podemos leer que como Lacan comenta cómo este cornering him es el plano donde la analista se manifiesta

“Pero cabe decir que en esta ocasión desconoce que, en el plano de la palabra-que es lo que en esta observación está en juego ante todo- lo que se expresa en el registro del acorralar son sus propias intenciones. El cornering him es de entrada aportado al texto por ella misma, antes de que aparezca en el discurso del paciente cuando, dos sesiones después de aquella en que ella le da la interpretación del sueño, él evoca, como ya les señalé, la imposibilidad que tiene-también en un juego, el juego de tenis-de acorralar, to corner, a su partenaire, de rematar la jugada mediante una pelota que el tipo que está en frente no pueda atrapar. La analista se manifiesta por cierto en ese plano”.

“Debido precisamente a que ella percibe tan bien el alcance agresivo del juego analítico para ese sujeto, no ve el alcance exacto del mismo, a saber, que lo que está en juego tiene las más estrechas relaciones con los significantes”
En el transcurso de este texto Ella Sharpe desarrolla sus notas en torno a lo que ella califica de preservación corporal como uno de los problemas del sujeto y de cómo operan en la vida adulta del sujeto, el cuál desarrolla “profundas fobias” en el terreno profesional y en sus actividades de juego. El paciente le relata las últimas palabras que le fueron dichas por el padre: “Rober debe ocupar mi lugar”. Interesante este miedo en relación a ocupar cierto lugar. ¿De qué lugar se trata? Quizás podamos leer más adelante cuál es este lugar con la aparición de la tosecilla.

Por otro lado la analista percibe al sujeto como alguien en el que “no hay vitalidad” y nos lo presenta como alguien invariable y con una “posición encorsetada” en sus comportamientos.

“El conflicto de este paciente es corporal, y mi tarea consiste en traducir sus elaborados razonamientos a un lenguaje corporal. El problema relativo a su cuerpo es el de la represión del sentimiento corporal: tiene miedo de «sentir». No hay vitalidad, la perfección es una perfección muerta, tanto como la de su padre. Por lo tanto, en su tratamiento nunca pierdo de vista la oportunidad de analizar las abstracciones en términos de hechos corporales”

Hasta que uno de los días el sujeto escapa a su corsé.

“Dije que nunca lo oigo subir las escaleras, pero durante unas pocas sesiones anteriores a esta, percibí la más leve y discreta de las toses justo antes de entrar al consultorio. Mi alegría ante esa levísima tos servirá para mostrarle hasta qué punto eran escasas sus manifestaciones inconscientes en forma corporal.”

La analista muestra su entusiasmo con esta muestra de variedad en el comportamiento del sujeto y al mismo tiempo podemos leer con entusiasmo que esta tosecilla tiene especial valor pues el sueño del paciente emerge después de este episodio.

Es muy interesante que es el propio tipo quién en sesión le habla de su tosecilla, pues según él escapa a su control, “con gran disgusto, me di cuenta de que no podía evitarlo”. Y la analista le sacude y le interroga acerca de qué finalidad piensa él que tiene esta tosecilla. El sujeto relata “es el tipo de cosa que uno haría si se dispusiera a entrar a una habitación donde hay dos amantes” asociando a una escena de su pubertad en relación a su hermano y su novia. Para a continuación decirle a la analista que “no pienso en usted de esa manera” y enlazarlo con una fantasía que “tuve de encontrarme en una habitación donde no debía estar y, temiendo que alguien pensara que estaba allí, decidí impedir que entraran y me encontraran, para lo cual ladraría como un perro. Eso ocultaría mi presencia. Entonces la persona diría: «Oh, no es nada más que un perro»”.

Lo dicho por el sujeto nos da ciertas notas para seguir pensando en cuál es este lugar que va a ocupar y por otro lado lo que Lacan, que viene desarrollando en clases anteriores sobre la cuestión del mensaje que contenía esta tosecilla y que en estas clases que trabajamos hoy , desarrolla gracias al término utilizado por Jones de aphánisis, que lo que contenía esa tosecilla se encuentra aquí: en desparecer o hacerse desaparecer.

“Para decirlo sin tapujos, él no quiere ocupar demasiado lugar en esa ocasión, se hace pequeñito, desaparece.”

“Este sujeto nunca está donde se lo espera, se desliza de un punto a otro en una suerte de juego de escamoteador”.

“La presentación en cuestión es tanto más sorprendente cuanto que las asociaciones del sujeto nos han mostrado con gran exactitud que él siempre avisa en el momento de aparecer, de modo tal que nada se vea de lo que había antes, o incluso que en su fantasma hace que lo tomen por un pero que ladra a fin de que se diga que allí sólo había un perro. Sí, siempre el mismo escamoteo en el cual no sabemos qué es lo escamoteado.”

Con este interrogante sobre qué es lo escamoteado Lacan continua investigando la estructura que revela el fantasma, como el lugar donde la pregunta del sujeto encuentra una respuesta y que desarrollará en las siguientes clases sobre Hamlet.

 

* Trabajo presentado en laclase del 18 de abril de 2015 del Seminario del Campo Freudiano de Bilbao, Curso 2014 – 2015, dedicado al Seminario 6 de Jacques Lacan